La Tumba de las Luciernagas

“Yo fallecí la noche del 25 de setiembre de 1945”.
                                                                    Seita.

 

El dolor de una generación derrotada

En 1967, en medio del mejor período de recuperación de Japón, la generación que iba naciendo posteriormente a la Segunda Guerra Mundial no recordaba o no sabía que en algún momento el Imperio quedó postrado de rodillas frente a los victoriosos norteamericanos, luego de perder la Segunda Guerra Mundial. Pero los que fueron niños en ese período ahora se transformaban en adultos e ingresaban a la vida profesional en Japón. Uno de ellos, Akiyuki Nosaka, decidió que había dejado pasar demasiado tiempo para dejar las culpas de su pasado. En la forma de una novela, La Tumba de las Luciérnagas vio la luz ese año y desde ese entonces se ha transformado en uno de los mayores gritos en contra de la guerra de la historia.

 

Sin embargo, a pesar de su éxito, Nosaka se negó en reiteradas ocasiones a que su obra fuese puesta en escena. Esto porque consideraba que los niños normales no tendrían la capacidad artística necesaria para plasmar el crudo realismo de la guerra, así como sería difícil reproducir el ambiente de devastación vivido en la ciudad de Kobe en tiempos modernos. Por eso, cuando Isao Takahata, una de las cabezas de Studio Ghibli le ofreció animarla, él tuvo sus reservas. Lo que terminó de convencerlo fueron los cuadros de edición donde se le describieron las diferentes escenas, que consideró que serían imposibles de recrear por medios convencionales. Con su visto bueno, la película fue estrenada el 16 de abril de 1988, y de inmediato se transformó en un punto de referencia para la literatura antiguerra.

Inicio! Spoilers!


La película inicia en media narración, donde luego de exclamar las infames palabras del principio, Seita fallece en una estación de ferrocarril en Kobe, víctima de la desnutrición y el abandono. Junto a él, media docena de niños desamparados también se encuentran en similar situación. Los empleados de limpieza revisan sus bienes y encuentran una lata de confites oxidada llena de cenizas. Cuando este desecha su contenido, el espíritu de una niña aparece observando el cadáver del joven. Sin embargo, este aparece a su lado y juntos comienzan el relato que nos lleva a los acontecimientos que derivaron en semejante tragedia.

Ojo! Spoilers!


Seita y su hermana Setsuko son dos jóvenes que vive con su madre (la cual sufre una dolencia del corazón) en Kobe durante 1945. Su padre, un oficial de la marina es una figura ausente. Durante un bombardeo americano de la ciudad, ellos se separan de su madre mientras las bombas incendiarias destruyen la ciudad por completo. Cuando se reúnen con los sobrevivientes, ellos reciben la noticia de que su madre fue encontrada con terribles quemaduras. Ella no sobrevive la noche, pero Seita decide ocultarle la verdad a su hermana. A falta de parientes confirmados, ellos se van a vivir con su tía a las afueras de la ciudad.

 

Ojo! Spoilers!


El trato que reciben de la tía no es malo, pero ella es bastante tacaña y algo codiciosa, reclama a menudo por la situación en que ha quedado (mantener a dos huérfanos que no trabajan lo considera una pérdida de recursos). Aunque ella convence a su sobrino de vender los kimonos de su madre para conseguir arroz y comparte su parte con ellos, los constantes regaños y la tensión dentro de la casa provocan que ellos deseen su independencia. Por esto Seita dispone del dinero que su madre había guardado para conseguir artículos y preparar sus alimentos. Luego, harto de los reclamos, el joven decide irse a vivir en los refugios antiaéreos, ante la indiferencia de su tía que aunque tentada no los convence de lo contrario.

Ojo! Spoilers!


Al principio ellos viven una vida feliz y cómoda en solitario. Pero, conforme pasan los días y se acaban los recursos, el hambre y las enfermedades comienzan a hacer mella en ambos. Lentamente, Seita es obligado a robar en pequeños cultivos o apropiarse de la comida que puede durante los bombardeos de la ciudad, mientras su hermana se debilita, da las primeras muestras de padecer disentería y se llena de irritaciones en la piel. Cuando la niña cae desmayada el joven la lleva al médico, que le informa que lo único que ocupa su hermana es una buena alimentación.

Ojo! Spoilers!



 

Desesperado, él saca los ahorros de su madre, pero al hacerlo se entera de que Japón ha perdido la guerra. Su padre, un comandante del crucero pesado Maya (hundido en la Batalla de Leyte de 1944) es probable que esté muerto, por eso es que el gobierno central no ha permitido que le lleguen sus cartas y misivas. Desesperado, él llega con los suministros donde su hermana Setsuko, pero es demasiado tarde. Aunque le logra dar de comer algo de sandía, la niña fallece durante la noche y el crema sus restos en un emotivo despliegue de imágenes. Luego, introduce las cenizas en la lata de confites favorita de su hermana y abandona la cueva. Al final, los espíritus de los niños (símbolo de que no han logrado el descanso eterno que merecen) se voltea desde una colina y contemplan la moderna ciudad de Kobe con una indiferente alegría, mientras las luciérnagas procuran guiarlos en el viaje al más allá que debieron haber tomado hace más de cuarenta años.

Fin! Spoilers!

 

La tragedia y la muerte en la película anti-guerra más impactante de la historia

Gracias a la influencia del neo-realismo italiano, Takahata logra crear una de las más imponentes adaptaciones de esta desgarradora tragedia. No es un secreto para quienes conocen de historia de guerra que Japón sufrió de una de las jornadas de bombardeo más extremas de toda la Segunda Guerra Mundial. En parte irritados por el ataque sorpresa que sufrieron al principio de la guerra, los Estados Unidos se propuso destruir a los japoneses para que no se levantaran de nuevo en armas. Por esta razón las jornadas de bombardeos sobre sus mayores ciudades ocurrían a diario, pocas áreas de las islas principales escaparon de la vigilante mirada de cazas y bombardeos de la gran potencia. Con pequeños cuadros de imágenes, la película también relata de forma realista los preparativos que los japoneses llevaban a cabo para una posible invasión de las islas, como esconder aviones en la campiña, enterrar suministros y levantar el ánimo por medio de alabanzas de confianza hacia el emperador. Todas expresiones inútiles para tratar de extender una guerra que no podía ser ganada.

 

Al final, a través de esta obra, tanto Takahata y Nosaka expiaron las culpas que la guerra les produjo, brindándonos una obra que ha durado para la posteridad. Después fue adaptada en live-action, los temores del autor han quedado plasmados por la falta de emotiva profundidad que no logran los actores infantiles (la hermana de Seita inclusive es mayor a la edad que tenía en la obra). Esto es un fiel reflejo del genio de Isao Takahata. Por eso es conveniente recordar, Studio Ghibli no sería lo que es sin este hombre, que junto con su amigo Hayao Miyazaki lograron llevar la animación de Japón al nivel de las películas que competían por premios internacionales y que nos dejó un legado para la posteridad.