El Conejo de Cristal



Generalmente, antes de hablar sobre algo en Neoverso, comienzo con un pequeño tentempié donde introduzco de manera jocosa a quienes leen mis artículos y me apoyan con sus comentarios. Pero al referirme a esta entrada debo comenzar con una reflexión para todos. El 2 de setiembre de 1945, el Imperio de Japón pagó caro el error de aliarse con la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial. La orgullosa nación se entregó de rodillas a los ganadores del conflicto, perdió todos los territorios de ultramar que poseía hasta la fecha, fue ocupada por siete años y más de dos millones de sus habitantes murieron por el hambre y las enfermedades producto de las drásticas medidas que los Estados Unidos tomaron para someter a este pueblo. Por casi 70 años esta herida ha permanecido abierta, lo que provoca numerosos roces entre Japón y sus antiguos vasallos (China y Corea).




El Imperio de Sol Naciente ha adoptado dos posiciones con respecto a esta absoluta verdad de la historia. La primera (la más nociva de todas) es negar que algo haya pasado, una estrategia conocida como revisionismo histórico. Pero, tal como lo hemos visto en el Festival de Cine Japonés del Magaly, la segunda opción es tal vez la más fuerte de todas, aceptar los hechos y enfrentarlos con la frente en alto. Por esto, The Glass Rabbit es una obra significativa de la animación, aunque no por su calidad ni por sus efectos. La obra, que conmemora el 60 aniversario del final de la guerra, fue emitida en el canal Tokyo MX el 9 de setiembre del 2005. Su directora, Setsuko Shuibichi, es una gran veterana en el trabajo detrás de celdas de animaciones, con trabajos de dirección de series orientadas principalmente al público infantil. Esta es una colaboración conjunta de GoGo Visual Planning, Visual Film y Tokyo MX. Esta se puede catalogar como una “obra estatal”, debido al poco presupuesto y a que el canal es exclusivo para eventos del área metropolitana de Tokyo. ¿Entonces porqué habría de ser considerada en un festival de cine?


Inicio! Spoilers!







En media res, un camión de envíos entrega un paquete en la residencia de una familia. Tanto madre como hija se reúnen en torno al paquete, que resulta ser un conejo de cristal, terriblemente deformado. Cuando la hija pregunta, la madre le comenta que ese conejo es uno de los objetos más preciados de su madre (la abuela de la niña), que se los ha enviado para que se lo cuiden mientras restauran su casa y le explica que es un recuerdo familiar que ella ha conservado desde la Segunda Guerra Mundial. Luego de una reflexión (a tu edad tu abuela pasó por muchas penurias), volvemos en el tiempo para ver la historia de la matriarca de la familia Ei.

Ojo! Spoilers!






Toshiko Ei (que comparte un inmenso parecido con la niña al principio de la historia) vive pobre pero comodamente en medio del Tokyo de mediados de siglo. La tercera de tres hijos (dos varones mayores y dos hermanas menores) ella es una de las favoritas de su padre. Es el final del año 1941, mientras contempla con asombro la creación del Conejo de Vidrio escucha en la radio la noticia del bombardeo del Pearl Harbor y la invasión de la Península Malaya (el inicio de la participación de Japón en la Segunda Guerra Mundial). A pesar de la alegría de sus hermanos, su padre se revela inquieto por la declaración.

Ojo! Spoilers!







Durante los siguientes dos años, la joven vivirá las consecuencias de la participación de la guerra. Sus hermanos y los jóvenes de su barrio se alistan para ayudar en el esfuerzo de guerra, las campañas de reciclaje les quitan a las familias sus enseres metálicos y la depresión económica le impide a su familia comprarle ropa nueva. Conforme los conocidos mueren, los americanos se acercan a las islas por medio de su campaña de bombardeo, lo que obliga a la joven a refugiarse en el campo con sus hermanas menores (para evitar los peligros del bombardeo aéreo).

Ojo! Spoilers!


Lamentablemente, a sus hermanas les entra mal de casa. Ella regresa a la campiña con su tía, a la espera del resto de su familia. Pero, durante el bombardeo de Tokyo del 9 al 10 de marzo de 1945, su madre y sus hermanas resultan incineradas en medio del infierno que se desata en la ciudad. Para colmo de males, cuando su padre regresar para trasladarla, es asesinado durante un ataque aéreo al sistema ferroviario del Sol Naciente. La pequeña se queda sola en el mundo.

Ojo! Spoilers!


Ella se queda en casa de su tía, hasta que su hermano menor regresa de la guerra. Ella se rehubica temporalmente con los parientes de su padre hasta que su hermano reconstruye su casa, y sufre de explotación y abuso en el lugar. Al regresar a Tokyo, ella se alegra por el regreso de su segundo hermano de la guerra. Pero la alegría le dura muy poco. Él es hijo adoptivo de su padre (es hijo de su hermana) decide quedarse con su madre biológica y abandona a la familia.  Aunque alberga un gran odio hacia los americanos por lo que le hicieron a su familia, la Declaración de No Beligerancia de la Constitución de Japón la hace cambiar de parecer (casualmente), le borra su hostilidad y deseos de venganza. Mientras ella la recita en la escuela, la escena cambia a su nieta; mientras la pequeña familia se reúne para recordar a sus muertos y ver con esperanza el futuro en el Japón del día de hoy.

Fin! Spoilers!
La película, si se mira en retrospectiva, fue animada de forma sumamente tradicional. Aunque si se hizo a propósito o si se debe a problemas de presupuesto (la cadena Tokyo MX es una estación de televisión exclusiva del Municipio de Tokyo o sea estatal). Esto contrasta con mucho del anime de la época (mediados de los años 2000), que ya incluye efectos por computadora en la mayoría de sus presentaciones. Otro de los detalles que se pueden notar con facilidad es que la obra fue dirigida por un guionista (una encargada de dibujar los storyboard de otras series), por el detalle y el tiempo que usa para la exponer a la protagonista principal (sus sentimientos, emociones y tribulaciones), a veces desviándose de la línea narrativa. 



Pero, por sobre todas las cosas, la obra es una herramienta de propaganda, una lección didáctica a la juventud japonesa de todo lo que sufrieron sus antepasados y lo agradecidos que deberían estar por la existencia de la Constitución y la sociedad moderna en la cual viven. Aunque es innegable que los japoneses sufrieron durante la más espantosa guerra que la humanidad haya enfrentado, resulta evidente el objetivo de la película así como su mensaje. Una velada crítica hacia la derecha que desea negar la historia, y hacia la izquierda que considera que lo que tienen no es suficiente. Sin embargo, como muchas obras de la Segunda Guerra, el Japón que muestran es la víctima de agresión, en lugar del agresor (lo cual se nota durante los primeros minutos de la obra). Aunque no es su objetivo, la obra recurre a un elemento implantado en la sociedad japonesa desde ese entonces. Porque en la conciencia del perdedor, lo único que queda es negar que esa derrota sucedió. Sea con tu equipo favorito, en el trabajo o en la vida. Ante el prospero Japón actual, esta amnesia resulta muy conveniente, para la consternación de todos los que sufrieron su agresión. Y el Japón de la Segunda Guerra “cosechó lo que sembró”.