[Editorial] The Interview, ¿la libertad o el silencio?

El mes en que murió la Libertad de Expresión

Hoy no uso el blog de Neoverso para referirme a ningún tema de los que me especializo. Ya sea “arqueología anime”, la visita de las novedades de la temporada, criticar a alguna lectura con algún comentario pícaro o simplemente hablar más de lo mismo. Tampoco me voy a referir a los estudiantes del estado de Guerrero desaparecidos (lo cual es bastante trágico como para ignorar), la apertura de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos (que tira el último muro en América por 50 años) o las tibias manifestaciones en Hong Kong en pos de una libertad que se les escapa de las manos. Tampoco me referiré al conflicto en la región de Ucrania, donde una Rusia Imperial renovada quiere ejercitar sus músculos (y el rublo sufre por su causa), el sacrificio de vidas inocentes en la Franja de Gaza por un problema que estalló en Cisjordania (irónico no) o la amenaza que ejerce la ISIS sobre el Medio Oriente (aunque ellos también están en la cola de este venado). No, hoy voy a hablar de lo que me permite hablar de ello, mi libertad de expresión.

Democracia y Expresión Libre van de la mano

Nací en un país democrático. Si usted lee esto probablemente haya nacido en un país democrático, donde existe una representación popular que manifiesta nuestra forma de pensar. Pero en sus 65 años de paz y democracia ininterrumpida (les recuerdo que la Guerra del 49 interrumpió nuestra democracia); el costarricense se ha vuelto pusilánime, cobarde, autocomplaciente e indiferente. Este proceso degenerativo no se ha dado de forma inmediata, ha sido un largo proceso de malas administraciones, falta de inversión en la educación y sobre todo fuga de cerebros. Yo rechace la oportunidad de ser docente, porque sabía que no me pagarían lo que me pedirían por ello (además de que no me nace). Lamentablemente, el país se ha transformado en una ola de “masas dormidas”, personas que no nos importan lo que dicen los políticos ni el daño que ejercemos sobre nuestro territorio mientras no nos afecte. Por esta razón una activista como Ligia Fallas no ha sido escuchada en su constante denuncia, pero tres simples palabras le trajeron el odio y el rencor de la mayor parte de la casta política, que encontró en su torpeza una forma de contraatacar. Bien haría mucho caso esta diputada en seguir la obra de Charles Dickens para darse cuenta que al pueblo no hay que ponerle la verdad de frente, sino hacerla divertida para que la entienda y sirva de ejemplo (Cuento de Navidad con el eterno Ebenezer Scrooge). No importa cuál sea su esfuerzo de ahora en adelante para reivindicarse, ni las explicaciones que dé sobre su expresión; ella ha quedado marcada de por vida como quien que considera que este es un “Asco de País“.
Sin embargo, ella ha ejercido un derecho propio garantizado por nuestra constitución, la libertad de expresión. Porque nos duela o no, ella TIENE EL DERECHO DE DECIR ESO. Nuestra ley lo ampara, su inmunidad la protege de cualquier daño a su persona legal por haber hecho uso de esa expresión. Nuestra ley también le da derecho a sus rivales de aprovecharse de su expresión para desaparecerla del ámbito político. Pero esa misma libertad nos está siendo robada. En este mismo instante, una combinación de factores ha tornado nuestro derecho fundamental a expresarnos un imposible, una anatema y un ejercicio de fuerza entre el miedo y el valor. En este momento, a falta de cinco días para Navidad, una de las trasnacionales más poderosas del mundo se ha negado a ejercer su derecho de libre expresión y se ha sometido a los deseos de unos terroristas. Todo porque, ¿por una película mediocre y estúpida?

The Interview

James Franco y Seth Rogen siempre han hecho buena pareja en la pantalla chica para comedias de situación. Con Pinnapple Express ambos en sus interpretaciones de dos drogones que se meten en toda clase de enredos al huir de un mafioso por ser testigos de un crimen nos enseñaron de una forma terriblemente divertida lo peligroso que es el abuso de las drogas. En This is The End ambos se encarnan a sí mismos en medio de un apocalipsis recién iniciado. Pero la que me obliga a hablar es The Interview donde ambos representan a un reportero de mala monta y su representante que deben llevar a cabo un operativo secreto de la CIA para asesinar al líder coreano Kim-Jong un.  La película en si misma ha tenido muchos problemas de producción, tales que la habían tenido que trasladar de Octubre a Diciembre de este año, así mismo despertó la ira del líder norcoreano; el cual de forma hábil nunca se refirió directamente al tema pero aplaudió lo que sucedería en Internet en la Navidad del 2014.
Es bien sabido por las personas que estamos en Internet y que vemos más allá de las páginas que existen equipos de hackers pagados por el estado o por corporaciones. Estos no sólo existen en China, sino en Estados Unidos, Rusia y Corea del Norte. Es un secreto a voces que Estados Unidos se vanagloria por haber destruido el programa nuclear de Irán (lo cual combinado con el ISIS ha acercado a ambos rivales). Es un secreto a voces que existen piratas que hacen lo posible por tapar el sol con un dedo (en China existe una censura de Internet de proporciones gigantescas). Pero si la evidencia es conclusiva (porque hasta ahora es bien circunstancial), sería la primera vez que una nación en la forma del Tratado de Westfalia logra someter ante sus caprichos a una corporación que podría comprarla varias veces. 

El asalto hacker

Las noticias las han visto ya. A finales de noviembre y principios de diciembre la Sony Pictures Entertainment (que es “hermana” comercial de Columbia Pictures) reportó que sufrieron un ataque hacker a finales de noviembre de este año. Para la segunda semana de diciembre, los hackers que se hicieron llamar Guardians of Peace liberaron los correos de dos de los altos ejecutivos de la Sony (Amy Pascal y Scott Rudin respectivamente); donde en vista del “anonimato” de su correspondencia hicieron leña a medio Hollywood e incluso al presidente de los Estados Unidos (un par de comentarios racistas suaves sobre consejos de películas a ver, todas de negros y de esclavos), amenazaron con presentar guiones de varios estrenos (incluyendo Spectre, la nueva de James Bond) y el estado actual de la serie Spider-Man de Columbia Picture (están pensando regresarle los derechos a la Marvel debido al poco impacto de las nuevas películas). Pero el 16 de diciembre, el grupo hacker GOP (Guardians of Peace) hizo una amenaza directa de provocar algo parecido al 11 de setiembre si se estrenaba la película.
A los que les gustara Andrew Garfield como el Hombre Araña que pena, según las filtraciones ya no será.

En tiempos de la Segunda Guerra Mundial, en tiempos de Winston Churchill, estoy seguro que el noble bulldog británico hubiese dicho “que vengan”. En tiempos de Martin Luther King (cuando Edgar Hoover del FBI lo amenazó con exponer sus infidelidades) estoy seguro de que hubiera sido el primero en entrar a ver la película. Incluso el Cardenal Romero la hubiera proyectado en la Iglesia (aunque era un poco más de izquierda, así que supongo que no). Pero estos no son esos tiempos. En esta era moderna de información, la Sony se lavó las manos encargando la responsabilidad de exhibir las películas a los cines. Las cadenas de cine por su parte, ante lo que podría ser una merma de sus ganancias de temporada decidieron rechazar la película. Ellos no pensaron en la seguridad de sus clientes, ni en como los tomaría la opinión pública, simplemente se rindieron ante los deseos porque no querían ver cortada su tajada una de las temporadas más lucrativas del año. De esta forma, sin ensuciarse las manos, la Sony desechó la película y los $75 millones que costó su producción serán extraídos de sus productores (Seth Rogen y Evan Goldberg pagarán los platos rotos).

Conclusiones refrescantes

¿Qué nos queda de enseñanza de este lamentable suceso que todavía sigue levantando olas en Norteamérica? La primera lección que nos queda fue algo que supo el mundo desde La Batalla de Mogadiscio en 1993, que si le das lo suficientemente duro a los Estados Unidos este no te va a responder, se va a retirar. Esto mismo se puede aplicar para las empresas y para todo lo que se relacione con Occidente, si el corte de la ganancia se va a ver afectado las empresas van a ceder ante las amenazas, aunque eso signifique retroceder ante las demandas de grupos subversivos. George Clooney (uno de los actores más activistas con respecto a la libertad de expresión) hizo correr una petición denunciando el acto y apoyando a la Sony, la respuesta que consiguió fue el total silencio del ramo. Este acto de terror confirmó la decadencia del gigante del Norte que lo único que haces es retroceder más en su territorio y renunciar al papel que antes le daba orgullo, la policía del mundo.

La Caída del Halcón Negro; un reflejo de como Hollywood se desploma.
La segunda lección que nos deja esto es aún más perturbadora. Tal como lo dijo el canciller alemán Theobald von Bethmann-Hollweg al referirse a la garantía de neutralidad de Bélgica en la Primera Guerra Mundial “¿van a entrar en guerra por lo que dice un pedazo de papel?” Porque si nos ponemos serios, el Artículo 29 de la Constitución Política de la República de Costa Rica me garantiza el derecho de decir lo que yo quiera, no existe nadie que pueda censurarme por ello. Pero esto es en la medida en que ese papel sea respaldado. Este evento me hace preguntarme que se requiere para que sus palabras no tengan ningún significado en este mundo globalizado, donde incluso a nivel de este país no se puede decir nada ni de personas ni de actividades porque estas utilizan sus medios para oponerse de forma vehemente. Ya este blog ha pagado con la oposición vehemente de grupos dentro de este medio que ven afectados sus intereses por nuestros comentarios; no por eso hemos dejado de decir lo que pensamos. Pero no todos piensan de la misma forma y por esta razón ese derecho está muy subestimando no sólo en el país sino en el mundo.
La tercera lección es una de geopolítica. A como se están dando las situaciones, o la GOP representa intereses norcoreanos que de forma descarada, infantil e irresponsable se han dado a la tarea de acallar a una de las trasnacionales más poderosas del mundo; o la verdad es que es una estrategia de la misma Sony para ganar más atención sobre un negocio en el que están perdiendo en grande. Suena ilógico que un gobierno veterano en el espionaje y la contrainteligencia use medios tan directos y obvios para deshacerse de una película que ofende a su líder (aunque por varios de sus actos políticos es un dictador bastante inexperto, caprichoso, infantil y voluble). También es ilógico que el FBI haya podido localizar las computadoras hasta Bolivia (no es desconocido para nosotros ante quien mueve los hilos Evo Morales) tan rápido (un hacker que se precie deja perdido su rastro en la red, como los chinos o los chicos de Anonymous). Por lo tanto hay gato encerrado. Luego de las declaraciones de James Franco y Seth Rogen donde tapaban el sol con un dedo (“No se sabe si este ataque se debe a la película”) todas sus presentaciones de promoción fueron canceladas poco después. Debido a la rapidez de los hechos es difícil saber si es caballo o es cebra el animalito que tenemos acá.
En este mundo moderno, donde el socialismo y el anarquismo han encontrado sitio en la gran red, guardemos un minuto de silencio por el ficticio Kim-Jong un, por una película que en sus críticas no ha salido bien parada pero que ha dado mucho que hablar a mucha gente en el mundo. Pero en especial, guardemos un minuto de silencio por la libertad de expresión. En el momento en que no podemos respaldar lo que decimos con palabras, en el momento en que no podemos defenderlo o refutarlo, en el momento que decir algo o no depende de cuantos millones se pierda; en ese instante habremos perdido el pilar fundamental de cualquier democracia. En palabras de la Padmé Amidala de la Guerra de las Galaxias “acabamos de entregar nuestra democracia entre un rugido de aplausos”. Es decisión de cada quien si va a salir de esto con la cabeza gacha o va a rebelarse. Yo por mi parte, seguiré escribiendo. 
Feliz lectura!